Con la prohibición, en enero, de las aceiteras rellenables, asoma el gran negocio de las monodosis y las botellas anti-fraude
Ya no habrá que fruncir el ceño delante de una aceitera pringosa. Ni la más copiada del mundo, la antigoteo del arquitecto y diseñador catalán Rafael Marquina, volverá a regar las ensaladas, el pulpo a feira o las tostas del desayuno. El tiempo de bares y aceiteras ha llegado a su fin. Caducará el 1 de enero. Y a partir de ese día, ni una gota más. Ni una sospecha más de que no es otra cosa que oro líquido lo que nos estamos metiendo al estómago.
Se estima que entre tarrinas y botellas podrán salir al mercado en 2014 alrededor 400 millones de nuevas aceiteras.
Ángela Pérez fabrica 17 millones de monodosis chic al año. En vez de tarrina, usa una oliva artificial, como una perla. Cuestan 10 céntimos, dos más que las corrientes.
Fuente: EL MUNDO, Paco Rego (Madrid)